Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias.
Extraño La callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y
estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a
partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener
nostalgia de eso.
¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares,
gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el
pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis
hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron.
Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro.¿Qué
dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me sacará del
gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave ser se balancea ante la
noche?
No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi
estar, las veces que temblé contra lus muros del amor, las veces que fui niño,
perro, hombre, las veces que quise, me quisieron.
Ningún general le va a sacar
nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que
extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o
enturbiar.
Es justo que la extrañe.
Porque siempre nos quisimos así:
ella pidiendo más de mí, yo de ella, dolidos ambos del dolor que el uno al otro
hacía, y fuertes del amor que nos tenemos.
Te amo, patria, y me amás. En ese amor quemamos
imperfecciones, vidas.
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