Sob o meu olhar

Aqui neste blog, vocês poderão ver, ler e comentar a respeito do que escreverei. Por meio deste meu olhar sincero, tentarei colocar artigos e dar minha opinião sobre questões atuais como politica, problemas sociais, educação, meio ambiente, temas que tem agitado o mundo como um todo. Também escreverei poesias e colocarei poemas de grande poetas que me afloram a sensibilidade, colocarei citações e frases pequenas para momentos de reflexão.
É desta forma que vou expor a vocês o meu olhar voltado para o mundo.

13/02/2012

¿Lanzarán Israel y EEUU el anunciado ataque militar contra Irán?


El año de todos los peligros
Por Ignacio Ramonet

Le Monde Diplomatique, en español Nº 196, febrero 2012


Será 2012 el año del fin del mundo? Es lo que vaticina una leyenda maya que incluso le pone
 fecha exacta al apocalipsis: el 12 de diciembre próximo (12-12-12). En todo caso, en un contexto
 europeo de recesión económica y de grave crisis financiera y social, los riesgos no escasearán
 este año, que verá además elecciones decisivas en Estados Unidos, Rusia, Francia, México y Venezuela.

Pero el principal peligro geopolítico seguirá situándose en el Golfo Pérsico. ¿Lanzarán Israel y 
Estados Unidos el anunciado ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes? El gobierno
 de Teherán reivindica su derecho a disponer de energía nuclear civil. Y el presidente Mahmud 
Ahmadineyad ha repetido que el objetivo de su programa no es en absoluto militar; que su finalidad
 es simplemente producir energía eléctrica de origen nuclear. También recuerda que Irán firmó y 
ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), mientras que Israel nunca lo hizo.

Por su parte, las autoridades israelíes piensan que no se debe esperar más. Según ellas, se acerca 
peligrosamente el momento en que el régimen de los ayatolás dispondrá del arma atómica, y a partir
 de ese instante ya no se podrá hacer nada. El equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo se habrá roto
, e Israel ya no gozará de una incontestable supremacía militar en la región. El gobierno de Benjamín
 Netanyahu estima que, en esas circunstancias, la existencia misma del Estado judío estaría amenazada.

Según los estrategas israelíes, el momento actual es tanto más propicio para golpear cuanto que Irán
 se encuentra debilitado. Tanto en el ámbito económico, a causa de las sanciones impuestas desde 2007
 por el Consejo de Seguridad de la ONU, basadas en informes alarmantes del Organismo Internacional 
de la Energía Atómica (OIEA), como en el contexto geopolítico regional, porque su principal aliado, 
Siria, a causa de la violenta insurrección interna, se halla imposibilitado de prestarle una eventual ayuda.
 Y esta incapacidad de Damasco repercute en otro socio local iraní, el Hezbolá libanés, cuyas líneas de
 aprovisionamiento militar desde Teherán, han dejado de ser fiables.

Por estas razones, Israel desea que el ataque se lleve a cabo cuanto antes. En aras de preparar el bombardeo,
 ya hay infiltrados en Irán, efectivos de las fuerzas especiales. Y es muy probable que agentes israelíes 
hayan concebido los atentados que, estos dos últimos años, causaron la muerte de cinco importantes 
científicos nucleares iraníes.

Aunque Washington acusa igualmente a Teherán de estar llevando a cabo un programa nuclear clandestino
 para dotarse del arma atómica, su análisis a propósito de la oportunidad del ataque es diferente. Estados 
Unidos está saliendo de dos decenios de guerras en esa región, y el balance no es halagador. Irak ha sido 
un desastre y ha quedado finalmente en manos de la mayoría chií, la cual simpatiza con Teherán... En cuanto
 al lodazal afgano, las fuerzas estadounidenses se han mostrado incapaces de vencer a los talibanes, con los 
cuales la diplomacia norteamericana ha tenido que resignarse a negociar antes de abandonar pronto el país
 a su destino.

Estos costosos conflictos han debilitado a Estados Unidos y revelado a los ojos del mundo los límites de su 
potencia y su incipiente declive histórico. No es hora de nuevas aventuras. Menos en un año electoral en el
 que el presidente saliente, Barack Obama, no tiene la certeza de ser reelegido. Y cuando todos los recursos
 están siendo movilizados para combatir la crisis y reducir el desempleo.

Por otra parte, Washington está tratando de cambiar su imagen en el mundo árabe-musulmán, sobre todo 
después de las insurrecciones de la “primavera árabe” del año pasado. De cómplice de dictadores –en 
particular del tunecino Ben Alí y del egipcio Mubarak– desea ahora aparecer como mecenas de las nuevas
 democracias árabes. Una agresión militar contra Irán, en colaboración además con Israel, arruinaría esos
 esfuerzos y despertaría el antinorteamericanismo latente en muchos países. Sobre todo en aquellos cuyos 
nuevos gobiernos, precisamente surgidos de las revueltas populares, están dirigidos por islamistas moderados.

Una importante consideración complementaria: el ataque contra Irán tendría consecuencias no sólo 
militares (no se puede descartar que algunos misiles balísticos iraníes alcancen el territorio israelí o 
consigan golpear las bases norteamericanas de Kuwait, Bahréin u Omán) sino, sobre todo, económicas. 
La réplica mínima de Irán a un bombardeo de sus sitios nucleares consistiría, como sus responsables 
militares no cesan de prevenir, en el bloqueo del estrecho de Ormuz. Cerrojo del Golfo Pérsico, por él 
pasa un tercio del petróleo del mundo y unos 17 millones de barriles de crudo cada día. Sin ese 
aprovisionamiento, los precios de los hidrocarburos alcanzarían niveles insoportables, lo cual impediría
 la reactivación de la economía mundial y la salida de la recesión.

El Estado Mayor iraní afirma que “nada es más fácil de cerrar que ese Estrecho” y multiplica las 
maniobras navales en la zona para demostrar que está en condiciones de llevar a cabo sus amenazas.
 Washington ha respondido que el bloqueo de la vía estratégica de Ormuz sería considerado como un
 “caso de guerra”, y ha reforzado su V Flota que navega por el Golfo.

Es muy improbable que Irán tome la iniciativa de ocluir el paso de Ormuz (aunque siempre podría
intentarlo en represalias a una agresión). En primer lugar porque se daría un tiro en un pie, ya que
 exporta su propio petróleo por esa vía, y que los recursos de esas exportaciones le son vitales.

En segundo lugar porque dañaría a algunos de sus principales socios, quienes le apoyan en su conflicto
 con Estados Unidos. Principalmente China, cuyas importaciones de petróleo, que alcanzan un 15%, 
proceden de Irán; y su eventual interrupción paralizaría parte de su aparato productivo.

Las tensiones están pues al rojo vivo. Las cancillerías del mundo observan minuto a minuto una peligrosa
 escalada que puede desembocar en un gran conflicto regional. Se verían implicados en él no sólo Israel,
 Estados Unidos e Irán, sino también otras tres potencias de Oriente Medio: Turquía, cuyas ambiciones
 en la región vuelven a ser considerables; Arabia Saudí, que sueña desde hace decenios 
con ver destruido a su gran rival islámico chií; e Irak, que podría romperse en dos partes,una chií 
pro-iraní, y otra suní pro-occidental.

Asimismo un bombardeo de los sitios nucleares iraníes causará una nube radiactiva nefasta para 
la salud de todas las poblaciones de la zona (incluidos los miles de militares estadounidenses y los
 habitantes de Israel). Todo ello conduce a pensar que si los belicistas están alzando con fuerza la voz, 
el tiempo de la diplomacia aún no ha terminado.

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