Un Nobel extraviado
(Por Atilio A. Boron)
Si algo faltaba para terminar de desprestigiar al Premio Nobel de la Paz,
otorgado por el Parlamento Noruego, fue la decisión de conceder esa distinción a la Unión Europea.
Esta distinción fue instituida en el testamento del magnate sueco Alfred Nobel para premiar “a la
persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o
reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.” Ya en el
pasado hubo premiaciones que provocaron escándalo: un pérfido criminal de guerra como Henry
Kissinger, que hizo estragos en Indochina, lo obtuvo en 1973 y antes, en 1906, el premio había sido
para Theodore Roosevelt, conocido por ser el artífice de la “diplomacia del garrote” aplicada para arrebatar
la victoria que Cuba estaba a punto de concretar en contra del colonialismo español y para someter
al dominio yankee otros países del Caribe y Centroamérica. Roosevelt además fue el gran arquitecto
y ejecutor de la secesión de Panamá de Colombia, todo lo cual no fue óbice para que fuera galardonado
por el Parlamento Noruego.
Otro antecedente lo ofrece el caso del también presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson,
premiado en 1919 por su contribución a la creación de la Liga de las Naciones. Deslumbrado por
ese logro en tierras europeas los otorgantes desestimaron las informaciones que señalaban las
tropelías que Wilson, al igual de los arriba nombrados, realizaba en Nuestra América y que sólo
por un alarde de la imaginación podrían ser concebidas como tendientes a promover la fraternidad
entre las naciones, la reducción de los ejércitos o la promoción de la paz. El galardonado utilizó
a destajo la “diplomacia de las cañoneras” en el entorno centroamericano y caribeño: intervino
militarmente en México, Haití, Cuba, Panamá, República Dominicana y Nicaragua. En 1914
se apoderó del puerto mexicano de Veracruz y en marzo de 1916 y febrero de 1917 sus tropas
penetraron en territorio mexicano persiguiendo a Pancho Villa y perpetrando toda clase de
crímenes. Sin embargo, el Premio Nobel de la Paz cayó en sus manos. Todos estos criminales
antecedentes, ocultados bajo el prestigio que tenía al Nobel de la Paz, fue opacando el lauro
que obtuvieran hombres y mujeres como Martin Luther King, Desmond Tutu, Nelson Mandela,
Rigoberta Menchú y nuestro Adolfo Pérez Esquivel en 1980 que sí habían luchado, y muchos lo
siguen haciendo hoy, por el imperio de la paz. Antes, en 1936, otro argentino, Carlos Saavedra Lamas
había sido distinguido por su papel mediador en la fratricida guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay.
premiado en 1919 por su contribución a la creación de la Liga de las Naciones. Deslumbrado por
ese logro en tierras europeas los otorgantes desestimaron las informaciones que señalaban las
tropelías que Wilson, al igual de los arriba nombrados, realizaba en Nuestra América y que sólo
por un alarde de la imaginación podrían ser concebidas como tendientes a promover la fraternidad
entre las naciones, la reducción de los ejércitos o la promoción de la paz. El galardonado utilizó
a destajo la “diplomacia de las cañoneras” en el entorno centroamericano y caribeño: intervino
militarmente en México, Haití, Cuba, Panamá, República Dominicana y Nicaragua. En 1914
se apoderó del puerto mexicano de Veracruz y en marzo de 1916 y febrero de 1917 sus tropas
penetraron en territorio mexicano persiguiendo a Pancho Villa y perpetrando toda clase de
crímenes. Sin embargo, el Premio Nobel de la Paz cayó en sus manos. Todos estos criminales
antecedentes, ocultados bajo el prestigio que tenía al Nobel de la Paz, fue opacando el lauro
que obtuvieran hombres y mujeres como Martin Luther King, Desmond Tutu, Nelson Mandela,
Rigoberta Menchú y nuestro Adolfo Pérez Esquivel en 1980 que sí habían luchado, y muchos lo
siguen haciendo hoy, por el imperio de la paz. Antes, en 1936, otro argentino, Carlos Saavedra Lamas
había sido distinguido por su papel mediador en la fratricida guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay.
Ya con la entrega del Nobel de la Paz a Barack Obama (2009) se podía percibir que el Parlamento
Noruego estaba más preocupado por amigar a su país con los Estados Unidos – let's be friends!
-que por premiar a quien realmente estuviera luchando por la paz. Ahora hizo lo mismo con la Unión
Europea, a la cual en dos sucesivos referendos la población noruega rechazó ingresar. ¿Cómo
premiar a una organización que, en estos momentos, ha declarado la guerra a sus pueblos
imponiendo una brutal política de ajuste que sacrifica a sus poblaciones para salvar a los
banqueros? ¿Se puede premiar como un gesto pacífico condenar a millones de personas
al desempleo, la exclusión, la pobreza extrema, la clausura de sus esperanzas? O es una broma
de mal gusto o una burla a la inteligencia de la comunidad internacional.
Noruego estaba más preocupado por amigar a su país con los Estados Unidos – let's be friends!
-que por premiar a quien realmente estuviera luchando por la paz. Ahora hizo lo mismo con la Unión
Europea, a la cual en dos sucesivos referendos la población noruega rechazó ingresar. ¿Cómo
premiar a una organización que, en estos momentos, ha declarado la guerra a sus pueblos
imponiendo una brutal política de ajuste que sacrifica a sus poblaciones para salvar a los
banqueros? ¿Se puede premiar como un gesto pacífico condenar a millones de personas
al desempleo, la exclusión, la pobreza extrema, la clausura de sus esperanzas? O es una broma
de mal gusto o una burla a la inteligencia de la comunidad internacional.
¿Cómo olvidar que la Unión Europea ha convalidado y apoyado el criminal bloqueo de Estados
Unidos contra Cuba, sancionando en 1996 una “Posición Común” concebida para reforzar los
padecimientos de la isla en consonancia con las directivas de Washington? ¿Y qué decir del
acompañamiento que la UE viene haciendo de las aventuras militares del imperialismo
norteamericano en Irak, Afganistán, Libia y, ahora, Siria; o su escandaloso silencio ante
el genocidio de Rwanda; o su complicidad con el colonialismo racista del estado de Israel y
su criminal política hacia la nación palestina; o su indiferencia ante la suerte de los saharauíes;
o su abúlica respuesta ante la destrucción y la muerte sembrada por Estados Unidos en la
guerra de los Balcanes? Como bien lo recuerda Adolfo Pérez Esquivel, este premio parece
destinado a encubrir y/o justificar las operaciones militares que la Unión Europea, a través de
la OTAN, lleva a cabo en los más apartados rincones del planeta, siempre como furgón de
cola de la Casa Blanca. En medio de la profunda crisis económica que la ha postrado, el gobierno
griego solicitó postergar la adquisición de armamento acordada con Alemania y Francia. El pedido
fue rechazado tajantemente por Berlín y París. ¡El ajuste se debe hacer sobre los salarios y el
gasto público en general, pero no en el presupuesto militar y, sobre todo, en las partidas destinadas
a adquirir armas en los países europeos!, hoy premiados por su contribución a la paz.
De hecho, Francia, Alemania y Gran Bretaña forman parte, junto a Estados Unidos y Rusia, del
selecto club de los cinco mayores vendedores de armas del mundo. ¡Extraña manera de promover
la abolición o reducción de los ejércitos, como quería Alfred Nobel. Los parlamentarios noruegos
necesitan, con suma urgencia, que alguien les enseñe la diferencia entre la guerra y la paz. Y que
se aprendan de memoria el testamento del industrial sueco, porque a la vista de estos
antecedentes, sumariamente expuestos, premiar a la UE sólo puede considerarse como un
grotesco acto de sumisión al acuerdo bélico entre Estados Unidos y la UE y una “carta blanca” para
que la OTAN siga cometiendo toda clase de fechorías y crímenes destinados a estabilizar
la dominación imperialista a escala global.
Unidos contra Cuba, sancionando en 1996 una “Posición Común” concebida para reforzar los
padecimientos de la isla en consonancia con las directivas de Washington? ¿Y qué decir del
acompañamiento que la UE viene haciendo de las aventuras militares del imperialismo
norteamericano en Irak, Afganistán, Libia y, ahora, Siria; o su escandaloso silencio ante
el genocidio de Rwanda; o su complicidad con el colonialismo racista del estado de Israel y
su criminal política hacia la nación palestina; o su indiferencia ante la suerte de los saharauíes;
o su abúlica respuesta ante la destrucción y la muerte sembrada por Estados Unidos en la
guerra de los Balcanes? Como bien lo recuerda Adolfo Pérez Esquivel, este premio parece
destinado a encubrir y/o justificar las operaciones militares que la Unión Europea, a través de
la OTAN, lleva a cabo en los más apartados rincones del planeta, siempre como furgón de
cola de la Casa Blanca. En medio de la profunda crisis económica que la ha postrado, el gobierno
griego solicitó postergar la adquisición de armamento acordada con Alemania y Francia. El pedido
fue rechazado tajantemente por Berlín y París. ¡El ajuste se debe hacer sobre los salarios y el
gasto público en general, pero no en el presupuesto militar y, sobre todo, en las partidas destinadas
a adquirir armas en los países europeos!, hoy premiados por su contribución a la paz.
De hecho, Francia, Alemania y Gran Bretaña forman parte, junto a Estados Unidos y Rusia, del
selecto club de los cinco mayores vendedores de armas del mundo. ¡Extraña manera de promover
la abolición o reducción de los ejércitos, como quería Alfred Nobel. Los parlamentarios noruegos
necesitan, con suma urgencia, que alguien les enseñe la diferencia entre la guerra y la paz. Y que
se aprendan de memoria el testamento del industrial sueco, porque a la vista de estos
antecedentes, sumariamente expuestos, premiar a la UE sólo puede considerarse como un
grotesco acto de sumisión al acuerdo bélico entre Estados Unidos y la UE y una “carta blanca” para
que la OTAN siga cometiendo toda clase de fechorías y crímenes destinados a estabilizar
la dominación imperialista a escala global.
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