S
i algo le faltaba al escritor alemán Günter Grass para generar la ira de sus detractores, era un poema como el que publicó ayer, de manera simultánea, en cuatro diarios. “Lo que hay que decir” es el título del texto que fue presentado en castellano en el diario El País de España, mientras que también se editó en el New York Times (en inglés), La Repubblica (italiano) y el Süddeutsche Zeitung (alemán).

Günter Grass
En el poema, el Premio Nobel de Literatura de 1999 acusa a Israel de“poner en peligro” la paz mundial debido a que su arsenal nuclear está “fuera de control”Grass sostiene que las autoridades israelíes quieren “exterminar” aIrán y convoca a la comunidad internacional a actuar antes de que sea “demasiado tarde”.

Todo ataque verbal a Israel, por la historia y la realidad de esta nación, genera un cierto malestar. Y si quien lo pronuncia es alguien que formó parte de las SS del ejército nazi como Grass, el rechazo se acrecienta y las acusaciones de antisemitismo no tardan en llegar.
El autor de “El tambor de hojalata”, conciente de esto, confiesa en su poema que no habló antes sobre el armamento nuclear de Israel ya que su pasado es un “estigma imborrable” y no quería sufrir una nueva “condena”, según recoge larevista Ñ. El escritor asegura que está “unido” al pueblo israelí y quiere “seguir estándolo”.
A juzgar por las repercusiones de “Lo que hay que decir”, a Grass le resultará difícil generar o mantener armonía con Israel. Para el embajador israelí en suelo alemán, Emmanuel Nahshon, el poema del Nobel se enmarca en la“tradición de los antisemitismo europeos”, de acuerdo a lo reproducido porMilenio.
El Consejo Central de los Judíos en Alemania, por su parte, consideró que el texto es un “agresivo panfleto de agitación”. Los gobernantes alemanes tampoco perdieron la oportunidad de condenar a Grass: para el máximo responsable de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento, Ruprecht Polenz, el escritor “casi nunca da en el clavo” cuando se refiere a asuntos políticos, destaca La Nación.
Grass se ha vuelto a involucrar con un tema polémico, de gran susceptibilidad. Ninguna posición debería avalar el antisemitismo ni remover el dolor del pueblo israelí. Pero, a su vez, el respeto por la comunidad judía no tiene que implicarsilencio sobre los errores de sus dirigentes o la imposibilidad de realizar criticar a las políticas del Estado de Israel. Para quienes quieran sacar sus propias conclusiones, los invitamos a leer el poema completo que publicó El País y después analizar cómo puede calificarse la actitud del reconocido autor alemán.