24/08/2011

Fidel: La forja de un joven revolucionario

por Felipe de J. Pérez Cruz - via Tercera Informacion


He leído las crónicas, declaraciones y artículos que se han publicado en días recientes al calor de un nuevo aniversario en la vida del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz. Se trata, sin dudas, de un hecho de regocijo para los cubanos y cubanas, que se que comparte con nuestros compañeros y compañeras de ideales, los amigos y amigas desde lo profundo de los pueblos y sus movimientos de emancipación.

Fidel ha marcado la historia política contemporánea de Cuba, América Latina y el llamado Tercer Mundo, desde la segunda mitad del Siglo XX. Las noticias de Fidel siempre dan la vuelta al planeta. Quienes como cubanos y cubanas hemos vivido en perenne contacto con su protagonismo histórico, sabemos que la obra del Comandante en Jefe de la Revolución habla por sí sola, pero poseer de hecho este conocimiento no basta. Considero que la personalidad histórica de Fidel está aún por develar en toda su magnitud.

Sé de amigos y amigas en el mundo que han leído decenas de textos biográficos y enfoques analíticos, que nos reclaman y quieren conocer de Fidel, en la visión y caracterización de los cubanos y cubanas. Les he explicado que al Comandante lo sentimos íntimo y cotidiano, y a la vez impactante e inmenso, y que todo intento de “estudio” nos paraliza, nos llena de la emoción y el temor de “no ser capaces de hacer lo que su extraordinaria obra y la necesidad de la lucha imponen”, tal como le ocurría a Julio Antonio Mella (1903-1929) cuando en su momento, se propuso glosar el pensamiento del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895). A diferencia de la época de Mella, hoy contamos en Cuba con un fuerte sector de cientistas sociales que ha adelantado notablemente los estudios martianos, y cuyas potencialidades colectivas para pensar a Fidel –en mi criterio- deben ponerse en tensión.

En lo que adelantamos en la tarea colectiva de desarrollar los estudios sobre la vida y obra de Fidel, sus recién 85 agostos resultan un incentivo para asomarnos a facetas de su universo. A las y los combatientes de la Guerra de Liberación, al pueblo que lo siguió desde antes del Moncada, a mis colegas historiadores, esta incursión les resultará conocida, pero no lo será para una mayoría de nuestras más nuevas generaciones. Invito a todos y a todas a que compartan y profundicen su saber sobre el Comandante. Quizás también resulte interesante esta propuesta para los lectores que siguen el tema de la historia revolucionaria cubana más allá de nuestro archipiélago.

El tiempo de los cedros

Nació Fidel el 13 de agosto de 1926, en la finca Birán, perteneciente a la antigua provincia de Oriente, hoy Holguín. A quien desee conocer sobre estos primeros años en Birán, y del impacto profundo que en la formación de valores tuvo su entorno familiar y local, les recomiendo leer el documentado y hermoso libro “Todo el tiempo de los cedros- paisaje familiar de Fidel Castro Ruz”, de la investigadora y periodista Katiuska Blanco, que ha tenido varias ediciones en Cuba y el exterior.

En el citado texto de Katiuska Blanco y en los recuerdos que ha narrado el Comandante, se encuentran las evidencias de cómo el joven nacido en la familia de un naciente terrateniente, gozó de una situación económica holgada, con padres preocupados por el futuro de sus hijos, una madre amorosa, con una gran fuerza interior, un papá de recio carácter, ejemplar en el trabajo y en la exigencia de recta conducta. Venidos desde lo más humilde, ambos fueron ejemplo de superación personal, aprendieron a leer y escribir ya adultos, de forma autodidacta. Los amigos “de la casa” eran personas llanas: agricultores, comerciantes, trabajadores de la hacienda y campesinos. Así, Fidel y sus hermanos se educaron lejos de los elitismos y afeites de la clase oligárquica.

En el batey del Birán los hijos del propietario vivían incorporados a la vida sana de la muchachada del lugar; iban juntos de juegos, compartían con los campesinos, con los negros antillanos, asistían a la misma escuelita pública. La vida rural, la exploración y el ascenso a las sierras van a fascinar a Fidel desde su niñez. De adolescente, aprenderá a utilizar las armas de caza y adquiere una buena puntería.

En el afán de educar mejor a sus hijos, Fidel y sus hermanos fueron enviados a Santiago de Cuba. La familia a la que se le dio la custodia fue la negación de la atención que los infantes merecían. Fidel recuerda que en esas circunstancias pasó hambre y que allí se incubaron sus primeras rebeldías. Logró encontrar “la libertad” como alumno interno de un colegio religioso, pero en el mundo de la educación clerical los retos fueron mayores. Sufrió la agresión de un preceptor y su naturaleza volvió a rebelarse, cuentan que el sacerdote abusador, más allá de la respuesta física, quedó anonadado por la valentía y fuerza moral del jovencito de quinto grado.

Fidel, de infante y adolescente -como no era de prever por su origen acomodado-, tuvo que vencer duras pruebas, dificultades y conflictos que le llevaron a formarse una cosmovisión donde prevalecía el profundo rechazo a la injusticia, junto a una ética y sentido de la igualdad. El entorno donde nació también dejaría en él una huella imborrable: “Tengo una imagen imborrable de lo que era el capitalismo en el campo. No podrá nunca borrarse de mi mente las imágenes de tantas personas humildes, allá en Birán, hambrientas, descalzas, que vivían en los alrededores, en especial los trabajadores de las grandes empresas azucareras norteamericanas, donde la situación era mucho peor, que en tiempo muerto venían a pedirle a mi padre que les buscara una solución”.

Los estudios de bachillerato lo conducirán por decisión personal a la capital, al prestigioso Colegio de Belén, donde recibe la peculiar formación escolar de los jesuitas. Es un estudiante con resultados académicos sobresalientes, pero más allá de la educación de élite, el adolescente oriental se asoma al mundo del trabajo que sustenta el centro escolar. Allí estrecha amistad con los trabajadores de servicio, y desde este espacio que no frecuentaba la mayoría de sus condiscípulos, el muchacho provinciano se abrirá al adyacente barrio proletario de Puentes Grandes y de este al populoso municipio de Marianao.

Los jesuitas apreciaron al joven Fidel. En el anuario del Colegio de Belén correspondiente a la graduación de 1945 se lee:
Fidel Castro (1942-1945). Se distinguió en todas las asignaturas relacionadas con las letras. Excelencia y congregante, fue un verdadero atleta… Ha sabido ganarse la admiración y el cariño de todos. Cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no le faltará el artista.

El despuntar del líder

Ente 1945 y 1950, Fidel será estudiante de derecho en la Universidad de La Habana. Ingresa el 4 de septiembre y la casa de estudios capitalina le abre un nuevo universo de aprendizajes, fuera del marco burgués conservador y “apolítico”, predominante en las escuelas religiosas en que ha estudiado. El joven se enfrentaría a una institución cercada por el gansterismo y la corrupción, por la frustración y la demagogia políticas, estimuladas por los gobiernos del llamado Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) PRC(A), pieza clave en los cambios al sistema de dominación neocolonial que los Estados Unidos ensayan en Cuba tras la crisis política de la Revolución de 1933. Sin embargo, también encuentra la posibilidad de romper su incultura política, profundizar en la historia nacional y universal, y nutrir su sensibilidad patriótica, con las huellas del combativo pasado revolucionario de movimiento estudiantil cubano.

Pronto el joven se va a destacar entre los estudiantes recién llegados, por sus dotes como deportista, y sobre todo por ser un auténtico tribuno de las aulas. Sus compañeros y compañeras de estudio lo eligen desde el primer curso como delegado estudiantil. Entonces el joven Fidel realizará su aprendizaje de la realidad republicana y de cómo esta se reflejaba en la única universidad del país. Fidel se sumerge en la aguda lucha política que existía en la Universidad. Y está entre los que comienzan a desarrollar un movimiento de rescate del ideario revolucionario cubano, frente a los grupos que intentaban utilizar a la Federación de Estudiantes para entronizar los métodos gansteriles, los vicios y corruptelas que caracterizaban el ejercicio de la política en el país. Así funda el Comité por el 27 de noviembre, que recuerda la posición patriótica del estudiantado, y la criminal acción colonialista que en 1871 asesinó tras una farsa de juicio a ocho estudiantes de la carrera de medicina.

Fidel también constituye el Comité 30 de Septiembre, en recordación al joven estudiante Rafael Trejo -herido de muerte en la referida fecha de 1930, y a los estudiantes revolucionarios que entonces se enfrentaron a la dictadura de Gerardo Machado y Morales (1871-1939). En protesta a la corrupción política existente, trae desde Manzanillo a la Universidad, la campana del ingenio La Demajagua, sitio histórico donde se inició en 1868 la guerra de independencia de Cuba contra el dominio colonial español.

En estas lides peligraría la vida del joven, y tiene que hacer frente a presiones y amenazas. Los elementos gansteriles intentar prohibirle su entrada en el campus universitario. En más de una ocasión sus condiscípulos, en valiente gesto de solidaridad le sirvieron de escudo a la salida de las aulas, Fidel, por demás, no teme a sus adversarios, obtiene un arma y la lleva consigo.

Fidel entra en contacto desde su primera año en la Universidad, con los simpatizantes del senador Eduardo Chibás y Ribas (1907-1951), carismático líder que dentro del autenticismo –uno de sus fundadores-, comienza a desarrollar una campaña contra las inconsecuencias de la política del PRC(A) y el creciente vínculo de sus líderes con la malversación y el robo del erario público. A la par Chibás denuncia constantemente las manipulaciones del entonces coronel Fulgencio Batista y Zaldívar (1901-1973), traidor de la Revolución de 1933 y el hombre fuerte de Washington en el país. Asistirá y acompañará el joven estudiante el proceso que lleva a la separación de Chibás del autenticismo y la fundación del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en 1947.

Participa de manera activa en diversos comités de solidaridad, y preside los de Independencia de Puerto Rico y el Pro Independencia Dominicana, del que fue presidente. Entre julio y septiembre de 1947, se enrola en la expedición que pretendía desembarcar en la República Dominicana para combatir la dictadura del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo (1891-1961). Es designado jefe de una compañía. Traicionada la expedición, el joven Fidel no está entre los prisioneros porque se lanza al mar, y cruza a nado la peligrosa Bahía de Nipe en el oriente de la isla

En la América Nuestra

Después, participa de la preparación de un congreso estudiantil continental de carácter antiimperialista, con el objetivo de crear una Federación de Estudiantes Latinoamericanos. Entre las banderas de lucha que proponía para el Congreso en ciernes, estaba la independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos y de todas las colonias europeas que se mantenían en el Gran Caribe, la recuperación por Argentina de las Islas Malvinas y la devolución por parte del imperio del Norte del Canal de Panamá.

En los propósitos organizativos del congreso estudiantil, Fidel viaja a Venezuela y se entrevista con el recién electo presidente Rómulo Gallegos (1884-1979), para explicarle sus gestiones en pro del Congreso antiimperialista, de ahí marcha a Panamá donde contacta con los estudiantes que participaban de los luchas contra la ocupación del Canal, y en los primeros días de abril de 1948 está en Bogotá. En la capital colombiana se reúne el día 7 de abril con el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán (1903-1948) a quien invita para que clausure el congreso estudiantil. Gaitán se entusiasma con la propuesta que le realiza el joven cubano y acuerdan verse dos días después.

La dirección oficial de la FEU, aprecia que las gestiones organizativas de Fidel van a dar fruto, y que realmente el joven ha sido capaz de organizar el congreso estudiantil, entonces envían a Bogotá una delegación, que pone a discusión la representatividad del joven para dirigir el evento. Con un elocuente discurso Fidel expone la labor continental que ya lo acredita, y por unanimidad es votado para continuar al frente de los debates. En estas tareas lo sorprende el 9 de abril, el Bogotazo colombiano, la insurrección popular que sacude esa nación después del asesinato de Gaitán. Con 21 años Fidel se une al pueblo hermano, se arma de un fusil y participa de la revuelta. En la agenda de Gaitán estaba anotada la nueva entrevista que a pocas horas iba a realizar con el joven cubano.

Fidel y los comunistas

La Organización de Estados Americanos (OEA) surge en la Bogotá convulsionada de 1948, con una Carta fundacional profundamente anticomunista y antisoviética, y la presencia casual del joven cubano en ese escenario, le fijarán las primeras sospechas de “comunista”. Le acusan de ser un agente del comunismo internacional y hasta de estar implicado en la muerte de un cura durante los enfrentamientos armados en los que participa en Bogotá. Luego la propia Iglesia Católica declara que en el Bogotazo no había perecido ninguno de sus sacerdotes.

Fidel no militará en el primer Partido marxista leninista cubano, pero no dejará de levantar suspicacias entre los anticomunistas, su relación fraternal con varias conocidas figuras del Partido. Es que nunca dejó de vincularse con sus compañeros de la organización juvenil del Partido Socialista Popular. Aún en la atmósfera burguesa que se respiraba en la Universidad y en otros círculos juveniles–recordará el Comandante-, Mella y Martínez Villena eran universalmente admirados, y los comunistas, por su abnegación, honestidad y consagración a la causa eran, eran profundamente respetados.

Sentía Fidel una profunda admiración hacia los viejos comunistas, que durante años habían luchado con firmeza inconmovible por el cambio social. Por demás la vertical postura ética de joven, sería fundamental para hacer fracasar el intento de expulsar a los comunistas de la dirección de la FEU. Cuando en abril de 1949, los marines estadounidenses profanan la estatua de José Martí en el Parque Central de La Habana, Fidel está a la vanguardia de la protesta estudiantil popular y junto con los jóvenes comunistas, se enfrenta a la represión de la policía frente a la sede de la Embajada de los Estados Unidos. Luego estaría entre los denunciantes de la brutalidad policial que se ensaña contra su compañero de estudios Baudilio Castellanos (1927?-2009).

La formación ideológica y política

Al graduarse de bachiller Fidel posee una definida vocación de justicia social y dignificación humana. Desde su llegada a la Universidad, va a sumergirse en el estudio de la Historia cubana y universal, y en particular el pensamiento de José Martí, en un proceso de gradual y rápida concientización. Así a la distancia de los años el Comandante se criticará los peligros que corrió en su enfrentamiento contra el gansterismo en la Universidad “sin provecho alguno para la causa verdaderamente noble que descubriría poco después. Severo consigo mismo, al escribir sobre aquellos acontecimientos, considera que entonces primaba en él, el espíritu competitivo y quizás la autosuficiencia y la vanidad que suela acompañar a muchos jóvenes, aún en nuestra época.

A diferencia de quienes hacían de las escaramuzas en el territorio universitario el objeto central de su actividad, Fidel se planteará la búsqueda de las respuestas de última instancia. La precoz vocación política, el estudio y la práctica política, le proporcionaron al joven la posibilidad de desarrollar su pensamiento. De la mano del Apóstol Martí irá al examen de las causas de la frustración republicana, y se convierte en un nacionalista y antiimperialista ardiente, que veía como un agravio el dominio neocolonial de Estados Unidos en Cuba y América Latina.

Ya para cuando participa en la fracasada expedición de Cayo Confites, el estudio del arte militar en las guerras de independencia, las campañas de Ignacio Agramonte, Máximo Gómez y Antonio Maceo, fertilizaron su instinto innato de combatiente, y le habían permitido arribar al criterio de que se podía luchar contra un ejército convencional moderno utilizando métodos de guerra irregular. Su idea tras llegar a la República Dominicana era dirigirse a las montañas para desarrollar una lucha guerrillera.  En el Bogotazo asistió al espectáculo de una revolución popular totalmente espontánea… “aquella experiencia –confirmará a Ignacio Ramonet- me hizo identificarme más con la causa de los pueblos”.

Los primeros estudios sobre economía política burguesa en la Universidad llevan a Fidel a la conclusión de que la economía capitalista era un absurdo. Cuando a la altura de su tercer año de estudios tiene contacto con la literatura marxista, y lee el Manifiesto Comunista, de Carlos Marx (1818-1883) encuentra muchas de las explicaciones que buscaba. ¿Quién tenía que explicarme la división de la sociedad en clases, la explotación el hombre por el hombre, si lo había visto con ms propios ojos y hasta en cierta forma lo había sufrido también?, confirma Fidel en su diálogo con el revolucionario brasileño Fray Betto. Desde ese momento su contacto con las obras de Marx, Federico Engels (1820-1895), y Vladimir Ilich Lenin (1870-1924) será intenso.

Fidel, como lo hicieron en su momento Julio Antonio Mella (1903-1929), Rubén Martínez Villena (1899-1934), Antonio Guiteras Holmes (1906-1935) y otros revolucionarios cubanos, se caracteriza por realizar un recorrido ideológico y político que lo llevará de Martí a Marx, Engels, y Lenin; y de los aprendizajes con estos padres del marxismo, retornará, con más convicción y agudeza aún, al Martí cubano y universal.

Los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación unidos a la acción práctica, revolucionaria, por transformar la realidad, se vinculan estrechamente al progreso social, y al desarrollo y la formación progresiva de la libertad que caracterizan de modo sustancial ese progreso. Y esta coincidencia conceptual no pasó inadvertida para Fidel, quien da continuidad a mediados del pasado Siglo, a la articulación que entre la tradición revolucionaria cubana, y las ideas marxistas y leninistas, habían iniciado los fundadores en 1925 del primer partido comunista cubano.

La perspectiva martiana con la que Fidel se acercó al marxismo, el rotundo rechazo a los mimetismo acríticos, la necesidad de insertar el mundo en el tronco fértil de la patria, y el énfasis en el universo moral y la dignificación humana, concepciones todas que reivindica desde sus primeras acciones como estudiante revolucionario, le posibilitan arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico y le permiten sustraerse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes que predominaban en la teoría y la práctica de los partidos comunistas en los años cincuenta.

El socialismo científico fue para Fidel la coronación feliz de una búsqueda consecuente y temprana de respuestas para la acción, será consecución de su praxis, por lo que no habrá espacio para las lecturas librescas y dogmaticas. Lo asume como ciencia, en tanto la teoría se valida en metódica y método, en herramientas para el análisis y la transformación revolucionaria.

En estos años de universidad, Fidel se apropia de un profundo conocimiento de la historia, la literatura política y la cultura de Cuba, América Latina, el Caribe y el mundo. No será este un saber para darse satisfacción personal, o lucir los oropeles de “intelectual informado”. Resulta ya una necesidad aprendida en Martí y hecha disciplina con el marxismo, una tarea de estudio constante y preparación para la lucha -que le acompañará hasta nuestros días-, y le proporcionará la fortaleza de análisis y argumentos que se le reconoce.

Fidel arriba a una idea propia de la importancia del triunfo socialista en la Unión Soviética, del papel fundamental que había tenido la URSS en la derrota del fascismo, sin que ello le impidiera rechazar las prácticas estalinistas y tomar distancia de las posiciones seguidistas y acríticas predominantes en los partidos comunistas de Cuba y la región latinoamericana.

Comprende Fidel que los errores tácticos del primer partido comunista, la represión y el anticomunismo de guerra fría –la denominada Doctrina Truman, habían colocado a los militantes del Partido Socialista Popular en una posición de cerco y aislamiento político, y con su innata sagacidad, educada ya en la certera perspectiva martiana, intuye que el camino a seguir para un socialismo cubano debía cuidarse de unos y otros peligros. Así con Martí por estandarte, comenzó Fidel a platearse la construcción de un nuevo proyecto cultural revolucionario. Y tal esfuerzo lo llevaría a forjar el programa, la organización y las fuerzas que pondrían fin al capitalismo en Cuba.

El recorrido ideológico del joven Fidel será el fruto de una comprometida visión martiana del mundo, pero sobre todo, de vivir en el vórtice de los acontecimientos políticos en Cuba y América Latina.

En 1950 Fidel Castro Ruz obtuvo la licenciatura en Derecho diplomático y el título de abogado. Tenía 24 años. Sobre aquellos años resumirá: En la Universidad me hice revolucionario .

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